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viernes, 24 de junio de 2011

Las mujeres y el ambiente: de la vulneración a los ámbitos decisorios



Las mujeres y el ambiente

En las últimas décadas la preocupación por el cuidado del ambiente, enmarcada en la cuestión del desarrollo humano y la erradicación de la pobreza, ha ido en aumento, llevando a la humanidad a asumir su unidad con el medio en el que vive y a admitir que sus actividades condicionan sus posibilidades de subsistencia.    

Las mujeres, como tradicionales administradoras del hogar, han desarrollado una mayor sensibilidad frente a esta problemática y a pesar de ello, las restricciones que enfrentan en términos de ejercicio de los derechos medioambientales y sociales, también son proporcionalmente superiores.

Veamos. La falta de alimentos, agua, medicamentos o abrigo, expone a las mujeres a la inminente necesidad de resolver esas contingencias, pues como antes decíamos, la división tradicional del trabajo les ha impuesto ese rol en los hogares.
En la mayoría de las culturas, las mujeres están vinculadas directamente a la alimentación y a la salud por lo cual tienen un gran conocimiento de los recursos silvestres alimenticios y medicinales mientras que los hombres, vinculados tradicionalmente a las especies comerciales y de construcción, carecen de ese saber.

Por otra parte, en el mundo se ha incrementado el número de mujeres que son cabeza de familia y que tienen que afrontar la responsabilidad de mantener a sus hijos sin colaboración alguna. 

Los condicionamientos que sufre la especie humana, frente a la cuestión ambiental, provoca situaciones de exclusión y vulneración de derechos que, en gran parte, las mujeres deben resolver, aunque muchas veces carecen de los recursos necesarios para afrontar esa difícil tarea.

Feminización de la pobreza

Pero eso no es todo, todavía hay más: según datos de la Campaña del Milenio de las Naciones Unidas (2005) el 60 % de las personas trabajadoras pobres son mujeres, hay más niñas que niños sin escolarizar,  las dos terceras partes de las horas de trabajo en el mundo están a cargo de mujeres pero sólo perciben el 10 % del ingreso total y aunque las mujeres producen el 50 % de los alimentos en el mundo, sólo son propietarias del 1 % de la tierra. 

Como vemos en el mundo se da una marcada feminización de la pobreza y la lucha contra ello sólo es posible en el marco del desarrollo sostenible y, en esto, el aporte de la mujer resulta fundamental e insoslayable.

No olvidemos que las mujeres son determinantes sobre las tendencias del consumo, por lo cual pueden influir mucho sobre formas de producción y comercialización para que sean racionales y sustentables.

En las sociedades industriales, donde los hombres tienen la decisión sobre actividades productivas, se da prioridad a la ganancia económica por sobre la necesidad de conservación del ambiente y sin el cuidado del medio, sin desarrollo sustentable, no hay posibilidades de terminar con la pobreza.

Millones de mujeres contribuyen, desde muchos ámbitos de desempeño, al cuidado del ambiente, como productoras, consumidoras, educadoras y activistas ecologistas de base. Pero eso no alcanza, es necesario que las mujeres tengan acceso a los ámbitos en  los que se elaboran las políticas y se toman las decisiones, los cuales –en su mayoría- se encuentran todavía reservados a los hombres.

Igualdad de derechos y de acceso entre mujeres y varones

En 1992, el Convenio sobre Diversidad Biológica de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo reconoció en su Preámbulo que es decisiva la función que desempeña la mujer en la conservación y la utilización sostenible de los recursos y afirmó la necesidad de la plena participación de la mujer en todos los niveles de la formulación y ejecución de políticas encaminadas a la conservación de la diversidad biológica.

Durante la Primera Asamblea Mundial de Mujeres sobre el Medio Ambiente, organizada por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) en el año 2004, se llegó, entre otras, a las siguientes conclusiones:

·    Persiste la violación generalizada de los derechos humanos de la mujer, incluso de su acceso a los recursos esenciales y sus derechos de propiedad sobre éstos, como son la energía sostenible menos contaminante, el agua, la tierra y la biodiversidad.
·    Existe falta de igualdad entre los géneros y de posibilidades de la mujer en materia de medio ambiente y desarrollo sostenible.
·    Persiste la poca participación de la mujer en la adopción de decisiones sobre medio ambiente y desarrollo sostenible y la marginación de la mujer de la gobernanza de los recursos naturales.

Pero ya han pasado veinte años desde el reconocimiento de la comunidad internacional respecto a que el desarrollo sostenible no es posible sin la plena participación de las mujeres y, sin embargo, su incorporación a los ámbitos de decisión ha sido lenta y hasta el momento dista mucho de la participación que tienen los hombres.

Es por ello que las legislaciones nacionales deben establecer mecanismos de acceso que garanticen igualdad de oportunidades y especialmente luchar contra las barreras invisibles y naturalizadas que impiden a las mujeres desarrollar plenamente sus capacidades, aportar sus conocimientos y participar en la toma de decisiones, con el fin de incrementar el desarrollo humano en el marco de actividades económicas y sociales sustentables.

¿Alcanza con cupos femeninos? Como siempre decimos y ya lo hemos advertido en “Diez apuntes esenciales sobre igualdad salarial”, los cupos femeninos son apenas un parche en una tela llena de agujeros. Hay que trabajar sobre la educación, hay que regularizar la situación laboral de las mujeres, hay que igualar el acceso a los recursos, hay que dar participación a las mujeres en todos los ámbitos decisorios y fundamentalmente hay que desmitificar roles que tradicionalmente atribuyen a las mujeres un lugar dentro del hogar y a los hombres uno, exclusivo y excluyente, en el manejo de la información, de los mercados y de la cosa pública.

Por Graciela Fridman

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